
Llega Carlos a casa, y Jesús le cuenta los pormenores, que yo había soñado ya sobre la muerte de su hermano, y le vuelvo a contar el sueño. Vamos al cementerio, cerca de ahí hay dos cafeterías frente a frente. No sé si en ese mismo día o en el siguiente, Carlos Salinas (el presidente) hace un recorrido hacia el cementerio por duelo del hermano de Carlos, asesinado por un soldado. Vuelvo a contar como estuvo todo, pero ahora no como sueño, sino como realidad. Pero el presidente no me presta atención y me dice que no le interesa ni un ápice, por ahí esta Jacobo Zabludowsky, a éste tampoco le importa el muerto. Alguien decide que crucemos un sembradío, Jacobo se alarma, trajeado, parece no querer llenarse de espinas.Yo no sé por qué lo hacemos si es peligroso, los dueños nos amagan con machetes, pero como somos muchos no pueden hacer nada. Luego me doy cuenta de la intención de cruzar ese sembradío. Cortamos de ese modo el largo camino al cementerio. Ellos se quedan en el cementerio, otros nos vamos a las cafeterías, donde sigo contando el sueño. Me entero por Jesús, mientras vemos la tele en la cafetería, que dijeron que había sido derribado por una bala el hermano de Carlos, Jesús afirma que fueron dos. Y me pregunta cuántos disparos hizo el soldado, y le respondo que tres.
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