Me reúno con
ex-compañeros de la secundaria en Álamo, están varios de mi salón. Nos sentamos
en el aula del 84. Se quejan de que los de la generación no han llegado,
más que Ulises- un ex-compañero de primaria-. Mientras, juego con alguien
volibol, y se pasa el tiempo, luego veo pasar un microbús, y me parece que ahí
van los de la generación, mi compañero me dice qué gachos son, si los estuvimos
esperando, ahora ellos ni siquiera eso. Enojada, corro tras el microbús, me
parece alcanzarlo, pero a medida que mis piernas surcan el aire de la avenida,
se avecina una tormenta eléctrica y me voy cuidando de los cables de luz, pues
los agita el fuerte viento. Los relámpagos y truenos ya están encima, y veo la
interminable avenida oscura, alumbrada a intervalos, y al microbús cada vez más
lejano.
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