*Es como una televisora. Los actores se quejan porque las
jornadas de trabajo son tan largas que no se les permite salir a ver a sus
familiares que están frente al edificio. Trato de buscar
una salida y me escapo. Me atrapan y vuelvo a escapar.
*Mi mamá, Malena y Amaranta me acompañan al gimnasio a
jugar. Ellas llevan algo de comida; amenaza una lluvia.
*Escuchamos que es peligroso avanzar, que la corriente
arrastra o uno se hunde en la nieve. El caso es que yo voy con un señor que se
parece a uno que era secretario, o es, del juzgado en Altamira. Al llegar a una
población tenemos que ponernos de acuerdo para arreglarnos e irnos, pero se dan
cosas imprevistas. Él desaparece, lo busco, veo a Juan, y me da a
guardar un casete. Escucho música, canto una canción de Pedro Fernández, "quien te dirá te quiero, quien llorará por ti, quien…” y la voy cantando por la escalera, muy transitada, por cierto, cuando una muchacha (muy
bien arreglada) me sujeta del codo y me dice: “por favor, deja de estar
cantando. Silencio”. Me zafo y le pregunto quién es. Un amigo la
saluda, pero eso a mí no me importa, la empujo y le digo que yo canto cuando
quiera, y sigo cantando a propósito. Total que cuando encuentro al señor, dice que ya no puede irse. Hay mal tiempo. El presidente
municipal da un discurso. Yo no lo veo, sino se aprecia una especie de
Iglesia (la de Álamo, pero había más madera), y él acentúa que el árbol debe ser festejado, aparece en las civilizaciones como amigo del hombre. Luego cambia el escenario del discurso a la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, en Tampico.Yo
estoy en la acera de Arteli Hidalgo, cuando se viene un fuerte aguacero que la gente corre a resguardarse.
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