Estoy en un cuarto, hay un pizarrón grande, y le empiezo a dictar improvisadamente a una muchacha (que estudia comunicación y que frecuentemente sale en anuncios comerciales del canal 7 local) de cabello negro lacio y largo. La regaño porque no inicia con Mayúscula y porque comete errores de ortografía.
Siento como si ya no fuera un cuarto donde estuviéramos como 15 personas, sino un teatro lleno de gente. Continúo en lo mismo, dictando. Y suben al estrado dos señores jóvenes, me parece que alguien es candidato de algo, uno de ellos me toma de los hombros y se mide en estatura conmigo, comentándole algo al otro. Ambos son altos. Luego yo les hago ver nuestros números de calzado. Se ríen y bajan.
Posteriormente, ando con Juan por los pasillos. Donde estamos es algo así como un foro para cantantes y nosotros somos un grupo común y corriente que se divierte bailando al ritmo de las canciones de grupos musicales. Juan entona una canción de Soda. Él está con su mamá, y yo paso por un cuarto con ventanas en lo alto, pero escucho a uno de los integrantes de Soda Stereo (sé que es él porque lo vi por la puerta, además por el acento argentino), que dice a los demás que un muchacho que escribe canciones o no sé qué, Juan les dijeron los otros, él, dijo el de Soda, el de cabello negro y largo, si, Juan, me parece un exhibicionista. Ya no me quedo porque algunos salen del cuarto, otros entran. Al rato le cuento eso a Juan y le asombra, entonces dice qué lastima, porque la única canción que le gusta del grupo, la canta él.
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