Estábamos en un autobús, de regreso de Estados Unidos; un compañero de viaje que debía quedarse no se bajó sino hasta la frontera. Mamá, ¿Carlos? y yo nos bajamos a comer en una pequeña fonda.
Nos llevamos, a los viajeros, a una casa (la de Álamo) para descansar. Yo tenía un libro y quería luz y fresco para leerlo. Me tiré a un colchón. Sentía movimiento alrededor. En otra ocasión, en el autobús (se encontraba ¿Ulises? ) hubo un concurso de ¿belleza?, participé. Gané. Me hice acreedora de insultos delicados por parte de algunas competidoras bonitas.
En una reunión literaria, entre los que destacaban Octavio Paz, esperábamos a Sergio Pitol para empezarla. Yo estaba en el segundo piso; desde una amplia ventana, pude apreciar su cabeza de cabellos blancos y una piel de igual color. Mientras entraba al edificio y subía las escaleras arrancó la admiración de los presentes. ¡Oh!, saludó a Paz. En una pantalla pasaron pasajes de programas de Televisa.
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