Hubo una competencia; pasé por donde estaban unos corredores, alguien me dijo que entrara en el carril. Yo que no había hecho ejercicio me animé y entré a correr: sorprendiéndome el ver que otros competidores se quedaban atrás aun a pesar de su preparación física. Entramos en una zona que terminó siendo propiedad privada del príncipe Felipe, quien indignado me paró en seco para reclamarme por qué corríamos en sus terrenos; yo me quedé sin habla pues estaba esquivando obstáculos y me encuentro con aquél.
En Tampico, en el departamento de José Luis y Fernando, vimos un avistamiento de (ovnis) platillos voladores. Estábamos extasiados, y aproveché para ver de cerca a uno de ellos. Me sorprendió el que fuesen comunes y corrientes. Más tarde, papelitos rotos caían y me deleitaba en recogerlos. En ellos había mensajes que me daría a la tarea de descifrar juntando la mayoría.
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