En casa de mi abuelita Aurea se llevaba a cabo el funeral de mi abuelita Carmen. En el cuarto anterior a la cocina, mi abuelita Concha lloraba. Yo la giré hacia mí y me sorprendió verla tan desfigurada por su dolor. Una tía permanecía a un lado. Le dije a mi abuelita que no se dejara llevar por la tristeza, sus nietos más pequeños se asustarían. Ella me dio la razón. En la cama de mi abuelita Aurea, tenía ropa en una maleta. Hubo una escena que me dio miedo. La muerta, mi abuelita Carmen, se me fue acercando, hasta que alguien entró tuve serenidad. Mi mamá y mi abuelita Concha vieron que la vecina de enfrente (la mamá de Walter) tenía en su jardín, flores pequeñas, hermosas y de muy vivo color. Me sugirieron que le pidiera flores. Yo les dije que no iba a resultar, esa señora amaba demasiado a sus flores como para desprenderse siquiera de un ramo de ellas. Además había mucha gente en el jardín, ignoro que se estaba celebrando. Sólo fui allá y quise cortar flores, pero lo curioso es que en las macetas no había nada, mis manos no encontraban ninguna de esas flores que veíamos desde la otra acera. Terminé por llevar flores del árbol de framboyán que estaba en el otro predio. Se las di a mi mamá.
Luego me vi en una clase de no sé qué: El caso es que algunas de mis condiscípulas eran de la clase de francés. Una de ellas tenía que darnos un capítulo completo de la clase; y con las instrucciones del maestro, esa compañera se dio cuenta de que no había avanzado nada, no sé, a lo mejor lo que nos había dado era de otro capítulo o de otras fuentes distintas. Quizá fue por la desesperación de terminar algo o de hacerlo bien. Quedamos de vernos en la tarde. Además teníamos que sacarnos fotos. Yo llevaba sólo la mitad de dinero. A la hora convenida entramos al edificio para sacar las fotos. Adentro vi a Rosa Isela; veía unos carteles. La saludé y le pregunté qué hacía (acuclillada en el suelo viendo un cartel amarillo). A la salida no sabía qué transporte tomar, coche o micro. Una muchacha me dijo que el micro llevaba al centro. Fui hacia él; le pregunté al chofer si llevaba al centro. Me dijo que no. Contrariada, miré hacia otros lados; el coche llevaba una ruta diferente a la que yo quería.
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