En una calle con 2 niños (entre niños y jóvenes); ellos están quitando unas piedras de la banqueta. Enfrente hay un mercado, y la gente pasa y pisa por donde nosotros palpamos piedras. De pronto de una piedra palpo un latir, en ella hay una vida extinguiéndose; los niños me dicen que recuerde dónde está y que la deje ahí. No recuerdo qué sucede con ella, el caso es que de pronto yo soy la encargada de llevar la caja de cosas que sobrevivieron a una catástrofe y buscar a la piedra que late. Me enfurece que alguien haya metido la mano y cambiado de lugar la piedra en la cual había una vida. Mi impotencia se refleja al no encontrarla. Convertidas en cosas personales, entrego las piedras a sus dueños. (Estuve ahí, en el patio del taller de los Eliseo, entregando cosas a la gente que se arremolinaba en torno a mí).
Una camioneta, la parte trasera. Un hombre que me molesta. Gente alrededor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario