Estoy en la casa en Tampico, con mis hermanos, y cuando nos avisan que van a visitarnos unos que están grabando una película, y que nos van a pedir espacio para dejar algunas cosas, yo me asomo por la barda y veo en el departamento de mis vecinos a gente del medio cinematográfico, y a un señor con barba; y en casa empezamos a escombrar un poco. Cuando llegan me sorprende la visita: la mamá de Lilia y otra señora, mi mamá me señaló que no dijera nada. Lilia y yo nos abrazamos en el cuarto, le pregunté por los demás, no me respondió bien, después saludé a las otras, y empecé a sostener una charla que me resultaba difícil, pero la mamá de Lilia dijo de pronto que la extrañaba, que por qué se tenía que haber separado, después entran una muchacha y una señora y le enseñó no sé qué, un pensamiento o poema, ella me escucha impaciente y luego vamos a encaminarlas. Mi mamá y las otras señoras desaparecen, la muchacha, quien resulta ser Gloria, me dice o pregunta si ya no tengo más que decirle; y le pregunto cuándo podíamos concertar una cita, ella me responde que está lo de la películas y no tiene tiempo. Nos separamos, y en una calle, esquina, veo que están grabando una película o comercial, es como un restaurante, donde se están moviendo algunas mujeres bien vestidas y bellas. Yo estoy buscando la manera de bajarme de una banqueta alta, y siento que me voy a caer de bruces.
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