Llego a una casa (la de mi abuelita Aurea, en ocasiones) y entro. Hay muchachos en la sala y están comentando sobre los exámenes profesionales. Les digo que se tranquilicen y doy la clase. En eso, entra un amigo de ellos, S. Me sorprende verlo muy mejorado (últimamente lo he visto cambiado físicamente) él se acerca y me saluda efusivamente. Más tarde ahí mismo estoy platicando con Alicia Solano y me pregunta por mi carrera, si la terminé, le contesto y a la vez le pregunto. Ella titubea y luego, esquivando la plática, dice algo de que va bien. Alicia me comenta que las dos señoras de la casa son muy católicas, van a llevar a los muchachos a escuchar al padre y que si puedo ir, aunque agrega Alicia, no me ven con buenos ojos, ya que ando diciendo, según, que el examen ( no sé qué tipo de examen será aquí) , es sencillo. en eso llega U., otro excompañero de la primaria, y nos saluda. Nos apura para que vayamos a la convención. Tomó gel y empezó a untarlo en mi cabello, frotando mi cabeza, me sentí muy tranquilizada (recordé aquella vez en la ronda, que me atreví a cerrar los ojos para abandonarme) luego se lo frotó al cabello de Alicia. Me levanté y fui a lavarme la cara, ahí una de las señoras me apuró, porque si, no llegaríamos a ver al subcomandante Marcos.
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